lunes, 17 de septiembre de 2007

El grito de los de abajo

Los medios dieron cuenta de que Calderón dio el Grito de la
Independencia desde Palacio Nacional, con calma y sin novedad. Pero no contaron cómo fue posible. En qué consistió la estrategia para que no se vieran los cientos de manifestantes que en la plancha del Zócalo expresaron su repudio a Calderón, y en cambio pudieran proyectar sólo a familias disfrutando de una fiesta cívica.

Las excepciones fueron La Jornada y La Opinión de Los Ángeles, California.

Y la banda tricolor que apareció hasta el frente de la plancha tuvo la obscena función de tapar, esconder y desaparecer a quienes se manifestaban en contra.



Lo que el sábado en la noche se vivió fue una “puesta en escena”. Una “mega producción” para la TV para que Calderón apareciera en Palacio Nacional como un respetable hombre de Estado. Sin mostrar la otra realidad, la de abajo, en la plancha del Zócalo.

Yo relataré lo que me consta y me tocó padecer. Porque estuve ahí, manifestándome como una más de los cientos de ciudadanos indignados y agraviados por el cinismo de Calderón, y porque además fui agredida por el Estado Mayor Presidencial (EMP).

En la plancha del Zócalo se vivió una simulación de una ceremonia cívica, en la que hombres y mujeres del Estado Mayor Presidencial vestidos de civil se mezclaron entre la gente, a lo largo de toda la plancha, para monitorear, manipular y agredir a los asistentes cuando fue necesario. Militares representaron a “familias” “calderonistas” que en todo momento estuvieron provocando al otro bando con burlas e ironías, y estuvieron tomando fotos de los manifestantes con toda la intención de intimidar.



Quienes participaron en la Convención Nacional Democrática decidieron marcharse del Zócalo a las 10 hrs. Pero otros tantos decidieron quedarse y manifestarse en contra del espurio. Sin embargo, el plan o logística para anularlos ante la TV y ante la vista de Calderón estaba preparado con antelación.

En el cuarto del Zócalo que quedó en poder del EMP, justo enfrente del balcón presidencial, se formaron varias filas de militares vestidos de civil, volteados, viendo a la población. Enseguida venían las vallas metálicas. Después granaderos y policías de Seguridad Pública y otra valla metálica. Después la brosa, la banda, el pueblo.

Había de todo: Obradoristas, contracaderonistas (que no es lo mismo), familias que querían ver la ceremonia y miembros del Estado Mayor presidencial. Justo ahí, enfrente del balcón de Palacio Nacional había una gran concentración de manifestantes en contra de Calderón. Cientos. Muy activos en sus protestas, con globos, pancartas y cartulinas.
Y justo ahí, minutos antes de las 11 llegó una supuesta “familia” compuesta por dos mujeres, un hombre gordo y güero y un niño que gritaban con voz extraordinariamente fuerte y potente, incluído el niño: “Calderón, Calderón”. Y también le gritaban a los que se manifestaban en contra: “Ya lárguense, ya les dieron sus torta y sus 100 varos”, “pinches locos”. “Chávez, Chávez”. El niño, como de 13 años le preguntó a uno ¿Disculpe señor qué es espurio? El hombre le explicó que era algo sucio, obtenido indebidamente. El menor entonces gritó burlonamente a su supuesta familia: “Que es algo puerco. Que no se baña”. Y el hombre agregó: “Entonces todos ustedes son unos espurios, porque ni se bañan. Pinches mugrosos”. Así las provocaciones.

A las 11, Calderón salió al balcón y en ese preciso momento las mentadas de madre, chiflidos y gritos en su contra no se hicieron esperar. Los calificativos se perdían con las potentes bocinas preparadas para la ocasión y para nulificar cualquier otro grito. Entonces varios desplegamos una manta con el único objetivo de que Calderón la leyera. Pero no hubo tiempo ni de desenvolverla. La familia completa se nos vino encima. Pasó por encima de nuestras cabezas a arrancarnos la manta. La rompieron, la jalonearon.

Pero no hubo tiempo ni de reñir. En esos mismos segundos, los militares del EMP, protegidos por las vallas, levantaron unas gigantescas mantas tricolor que nos taparon por completo de la vista de Calderón. No se podía ver absolutamente nada. Ni de ida, ni de vuelta. Incluso las familias que esperaron por horas para ver la ceremonia se llevaron como pago esta manipulación.




Del otro lado de las banderas tricolor había una ceremonia manipulada. Los militares fungieron para llenar ese hueco vestidos de civiles, con gorras y hasta con sombreros de “paisanos”. Ondeaban banderitas tricolor.

Y ahí se enfoncaron las cámaras de TV. Y a las tomas abiertas, en la que sólo se veía disfrutando “como siempre” a las familias mexicanas. Y no dudo que las hubiera. Pero una vez más desde la Presidencia manipularon la realidad, con la magia de la Televisión, para mandar al país un mensaje de “normalidad”, lo que es una gran mentira.
Simultáneamente el Estado Mayor Presidencial cumplía la orden suprema de parar y detener cualquier manifestación que pudiera colarse en la transmisión. La agresión de esta “familia” fue una ataque a la libertad de expresión lo cual indigna. Pero haber tapado a los manifestantes con una bandera tricolor que además de todo hicieron aparecer como parte de la decoración, fue realmente grotesco, fascista, por decir lo menos. Una censura moderna, con bisturí, la continuación de una guerra sucia, ya no contra López Obrador, sino contra la población civil.

De este lado de la banda tricolor había un pueblo enfurecido, que rabiaba de coraje, de impotencia. “¿Quién es el verdadero Chávez?”, alguien preguntó a gritos.





Cuando empezaron los juegos artificiales, con las banderas tricolores cumpliendo la censura, los de este lado comenzaron a organizarse espontáneamente, más encabronados que antes. A unos metros aparecieron unos palos de madera, como de 3 metros de largo, parte de un puesto que quedó ahí desmantelado. Los maderos contribuyeron para levantar como a cinco metros los cachos de manta que quedaron. Pero ésta apenas lograron sobrepasar unos centímetros la escenografía montada por los militares.





TERO se vio ondear por los cielos. La R y la A fueron destruidas, pero aún así, los cachos, la evidencia de la agresión fue subida y ondeada por los cielos, iluminados con los juegos artificiales preparados para el festejo.

El templete de prensa ya no se dio cuenta de esta manifestación. Las luces estaban apagadas. Pero Calderón y los suyos quizá desde el balcón de Palacio Presidencial sí alcanzaron a ver que algo blanco, que estaba fuera del guión, ondeaba por ahí. Y por lo que seguramente alguno militar tendrá que pagar. La Jornada informó que el operador de la logística para el Grito oficial fue Juan Camilo Muriño.

Así terminó la fiesta simulada. Pero no las sorpresas.

Al final los miembros del EMP que se infiltraron a lo largo y ancho del Zócalo comenzaron a salir. Para dejar el Zócalo tenían que pasar forzosamente por entre las vallas metálicas. Justo enfrente de nosotros pasó el hombre güero gordo de la “familia calderonista” que rompió la manta. Luego pasaron más, muchos más militares: hombres, jóvenes y viejos, mujeres y…niños, yo conté al menos a dos. Todos fueron subidos a camiones en Eje Central y llevados a quién sabe donde.

Así fue posible el “Grito en calma”. Me sorprendió que periódicos como El Universal dijera que el Grito fue “sin novedad”. O que Reforma afirmara que “un grupo de personas levantó banderas de cartón… con la que pretendió impedir que desde la fachada de Palacio Nacional se percibieran decenas de pancartas con la fotografía de Andrés Manuel”.

La orden fue taparle a Felipe las protestas. Y taparle al resto del país lo que es una realidad en la Ciudad de México: repudio y rechazo a quien robó la Presidencia. Un hombre peor que Salinas, que ni nos ve ni nos oye. Este pen... nos esconde.

martes, 4 de septiembre de 2007

Los verdaderos esquizofrénicos...

Antes de tirar mi rollo aclaro: utilizó este término porque fue el que usaron para referirse a Andrés Manuel López Obrador y a los que denunciamos el fraude electoral. Así nos dijeron a los habitantes del DF porque no votamos por el PAN. Así le dijeron a quienes participaron en los plantones de Reforma.

Hace poco oí a Federico Reyes Heroles decir que la gente ya está muy contenta en su casa y haciendo su vida diaria, que ya nadie se acuerda de López Obrador. Que los mexicanos viven a gusto con sus trabajos, que gracias a la estabilidad económica gozan de un trabajo y un salario que les da para bien vivir.
Y yo pregunto ¿Quiénes son los esquizofrénicos? Quiénes niegan la realidad, perdieron la capacidad de autocrítica, ignoran a los demás (millones) y tienen nula capacidad de empatía con los otros.

¿López Obrador? Por mantenerse firme en su postura política y no validar unas elecciones maquilladas de democracia. O aquellos que dicen que no pasó lo suficiente como para configurarse un fraude. Que nada estuvo fuera de la ley.

El sábado Leonel Cota recordó que en las elecciones de julio de 2006, desde la Presidencia de la República se hicieron 7 millones de llamadas para pedirles a los electores que no votaran por López Obrador, y que la señora Fromow, fiscal electoral, dijo que no había delito que perseguir porque en las llamadas no se pedía que votaran por algún candidato determinado, sólo se pedía que no lo hicieran por López Obrador. Manuel Espino, líder del PAN, quien estaba presente, sólo guardó silencio.

Y si no pasó nada a qué viene esa Reforma Electoral, que no hace otra cosa que reconocer todas las inequidades aplicadas en contra de un hombre, un candidato que propuso el voto por voto para dar legitimidad y salvar la contienda.

La Reforma propone, entre otras cosas:
Recuento voto por voto, cuando el resultado sea muy cerrado.
Prohibir las campañas sucias
Prohibir a externos (empresarios) hacer campañas

Situaciones que Andrés alegó ante los tribunales. Pero fue ridiculizado y aplastado por el poder y por la percha de rufianes que ostentan las instituciones.

Un recordatorio: Andrés Manuel VS:

Campaña sucia del PAN $$$
Campaña sucia del PRI $$$$
Campaña sucia de Fox $$$$
Campaña sucia de los empresarios $$$
La omisión del IFE
La omisión del Trife

Esquizofrénico fue ver a Calderón el domingo pasado en su informe-mensaje-soliloquio en Palacio Nacional, alabado como Franco por todos aquellos que metieron las manos en la campaña para que Andrés Manuel no llegara. Viviendo, gozando de la impunidad. Y ver a Calderón hablar de democracia y de apoyo a la Reforma Electoral para garantizar la “equidad entre los contendientes”.

Si Lopéz Obrador y los suyos no significan nada en el país. Porque no hubo una sola palabra para ellos. Porqué RTC y Presidencia censuraron a la perredista Ruth Zavala. Acaso ven fantasmas. O lo que es más fantasioso: creen que aún pueden manipular a la gente burda y estúpidamente.

Los conductores de Cepropie, quienes por cierto superaron con sus alagos a la “completa calma” de Diane Pérez, dijeron que ese Informe era una de las innovaciones del “presiente” Calderón.

O qué tal la demencia de Luís Carlos Ugalde, quien llora como chancho y exige hoy a los políticos actuar con altura de miras, ser estadistas, no atacar a las instituciones. “Ellos (los polítios) tienen los votos, nosotros tenemos la razón…”. ¿Razón? Cita a la razón para no ser corrido.¿Y la regla de Oro?

Yo creo que si 14 meses después de la elección estamos hablando de un fraude electoral y Felipe debe negociar, pedir permiso, para entrar al Congreso. Rodeado de policías y del Ejército. Es porque el peso de la realidad ha sido y seguirá siendo mucho más fuerte que el poder del dinero y la manipulación.


Yo me pregunto, cómo hubiera actuado Ciro Gómez Leyva si un contrato lo hubiera obligado a quedarse a trabajar en el actual Canal 40, bajo las órdenes de Ricardo Salinas Pliego y reducido a leer notitas de baches. ¿Hubiera ido en contra de esa ley para rescatar su dignidad?...Of course. Y nosotros lo hubiéramos apoyado. Claro que sí.

Pero Gómez Leyva hoy se ha vuelto en el perro más rabioso, el cancerbero de la ley.

En las elecciones se permitieron infinidad de abusos, injusticias, atropellos y excesos contra un hombre y un candidato, atacado por 6 frentes diferentes e infinidad de dinero. En las elecciones ganó el poder del dinero y el contubernio. Y aún así los comunicadores hablan de democracia. Y nadie, absolutamente nadie le pide a Calderón un ejercicio de autocrítica. Jacobo Zabludowsky y su cobertura informativa de la masacre estudiantil del 68 se les quedó corto.

Nadie les pide que se unan a la revolución. Sólo un poco de congruencia.

A nosotros nos llaman con menosprecio los “Lopezobradoristas”, sin abundar en el porqué seguimos firmes en esta postura política y social. Me pregunto qué piensan estos periodistas y comunicadores que defienden a ultranza al dizque “presidente” y pasan por alto su origen, sin una sola crítica a su actuación durante la campaña.

Sometidos totalmente a la alabanza. Cargados a la derecha. Se olvidan que la derecha sólo se sirve a si misma, que siempre termina por traicionar. ¿Pregúntele a Ugalde?


Pero ahora resulta que convicciones e ideales no significan nada para algunos líderes de opinión. Estos valores son para ellos un activo muerto en la democracia. Se arropan en un discurso de la legalidad, de respeto a la ley por sobre todo y ante cualquier circunstancia.

Se vuelven los más puristas de los puristas. Como si tuviéramos un sistema legal infalible. Como si no supieran lo que en México es la ley: un arma que se utiliza políticamente para acabar con el enemigo.



Tengo toda la seguridad que la fuerza de la realidad terminará por imponerse y colocar en su lugar a todos. Que la gente llegue a indignarse tanto como nosotros y llame a cada quien por su nombre: A Felipe, el ladrón. A Andrés: el necio, el luchador social.

Finalmente, aunque sólo sea en los anales de la historia, espero vivir para verlo. Cuando los mexicanos entendamos el enorme retroceso histórico que tuvimos a causa de quienes hoy se dan baños de “pureza”.