domingo, 15 de julio de 2007

Que viva el trueque

Resulta que el otro día no cojo y no me levanto muy temprano, sino más bien como a las 11 de la mañana. Era un dominguito sabroso, soleado, de esos días en que no tienes absolutamente nada que hacer. Entonces decidí hacer lo que venía planeando desde hacía como un año: tomé mi mochila y cargue ahí un bonche de libros, de esos que no pertenecían a mi acervo y que más bien me estorbaban: El Amparo, el Código Penal, Curso de Derecho Procesal, El asalto al cuartel Moncada, Historia de las Relaciones entre Cuba y EU, etc.

Y que me enfilo al tianguis de La Lagunilla a intentar rematarlos con los vendedores de libros viejos que se ponen afuera del mercado de ropa. De a 10 varos cada uno, calculé, me puedo sacar 100 y ya me doy por bien servida. Y valdrá la pena la cargada, pensé. Y ahí voy con mi gorrita y mi mochilita repleta de estos libros, en su mayoría regalados por abogados, pero que nunca los iba a leer y que me daba lástima tirar, porque estaban nuevos, pero que tampoco quería llevarlos a donar, porque seguro otro iba a hacer bisnes con ellos. Así que preferí rifármela con mi maletita de 25 kilos.

Pero para mi mala fortuna, pues resultó que nel, que a nadie le interesaba comprar libros de derecho, ni a 10, ni 5 pesos, que fue mi segundo y último precio. Y a tres, dos o un peso era verdaderamente humillante. Uno, aunque pobre y bisnero, tiene su orgullo y su caché ¿no? Que caray. Tons ya venía de regreso, bien enojada, bien cansada y toda sudando y maldiciendo porque no me había quedado echada en mi casa, asoleándome como la gata bajo la lluvia que soy.

Tons en esas, pasé de regreso con unos libreros que estaban cheleando y le dije a uno de ellos: si no me compras mis libros, pues entonces “cambalachéamelos” por unos tuyos. Y que me dice que sí, que agarrara los libros que me gustaran y que luego hacíamos cuentas. Y que me apaño tres: un diccionario de español que me urgía, un libro de historia sobre la caída del Imperio Romano y un libro de bolsillo con cuestos, artículos, poemas y short mysteries, pa´ ir leyendo ya in inglish, vez. Y de mi bonche de libros que puse en su mesa, sólo agarró uno, el más choncho y nuevecito, el de Amparo. Yo lo veía con cara de: “Híjole, me agarre cuatro por uno, que pena”. Pero me di cuenta que él me veía con cara de: “Chale, me agarré el mejor por sólo esos libritos”. Y hasta me dijo, “Si quieres agarra más”, pero yo pensé: “No, que gacho debe ser venir a vender y regresar a casa sin dinero”. Así que muy contenta por mi trueque, me despedí y todavía me di el lujo de hacerle unos encargos.

Y para no hacer el cuento largo, pues resulta que con esa fórmula “truequelenta” anduve de shoping por toda la lagunilla, pagando con libros al que se me dejara. Y entre las cosas padres que me merqué, quiero presumirles este cuadrito de los gordos de Botero, con todo y su cristal antireflejante. Valía 100 varos, pero a mi me costó el tomo dos de Derecho Procesal. Ja, que gusto me da recordar:

Yo: ¿Cuántos libros quieres por ese cuadrito?
Él: “No pues tú dime cuántos me das”.
Yo: (Pensando, pobre guey, no vende nada y yo me llevo su mejor mercancía sin pagarle con dinero. Lo van a correr de su casa. Neta, me invadió un sentimiento de culpa) ¿Te parecen bien cuatro libros?
Él: “No, como crees. Dame dos”. Y aunque no lo escuche de su voz, puso cara de quien acaba de chingar y hacer un buen bisne.

Así, los dos medios nerviosos porque creíamos que le estábamos viendo la cara al otro, intercambiamos nuestras mercancías. Y vean mi cuadro, a poco no está re chido:

Perdón por el foco, no sé cómo hacer para que mi camara no dé el flashazo.

Yo, que me había llevado 10 libros, regresé a mi casa con mi maletita más cargada: 4 libros de derecho, cuatro libros que cambié, un cuadrito de Botero, un juguete para mi sobrino, una película, unas pulseras y un espejo. Ah y una sonrisota del tamaño del mundo, de aquellas que te salen cuando sientes que hiciste el negocio de tu vida :)

Por eso y muchas otras cosas más: amo La Lagunilla.

10 comentarios:

Chilangelina dijo...

Mmmmmm, mi estimada Concharra, y donde que la del trueque no se limita nomas a esos rumbos. Ya ve, uno espera una cosa y le cae otra...
A mi paso igual: el otro dia yo llevaba una maleta para reportear buscando un canton centrico donde caer; luego llevaba un bonche de preocupaciones para ver si alguien se las llevaba; luego traia un carro lleno de locas que iba a cambiar por unas vacaciones llenas de desmadre y alcohol, y al final de cuentas resulta que "truequie" todo eso por una carnala...

(Igual y me timaron, jojojo).

mONERO jOSEjUAN dijo...

Vientos! También me gusta andar chachareando, presumiéndote un poco, tengo una cantidad impresionante de libros (la verdad no sé cuantos tengo), la mayoría son comprados de uso, si no, imagínate!

Pásatela bonito, y recuerda:
Salud... Dinero...
y Sexo... para que nunca te falte!!!

Enrique dijo...

Oye, qué buena idea... no había pensado en esa posibilidad para limpiar un poco mi librero... ya ves... además de entretenidos tus post son utilitarios... Cada vez confirmo mas lo maravilloso que fue conocerte... TQM cuidate y escribe más, más, más...

Unknown dijo...

De el Zócalo me voy a la Lagunilla, caminas muy aprisa Concha.

Volví a recordar (mi memoria despertó)

Calles sin pavimentar, el viento espolvoreaba la tierra infértil –polvadera total-, la lluvia se encargaba de aplacarla; pero esta se enojaba y se transformaba en lodo, eran las calles de Nezahualcóyotl, eran mis primeros 5 años de existencia...

Quien retrato mejor, el federal o el distrital?, quién tomo mejor el mago de la pala, quien tuvo a su lado al niño idóneo para que la imagen despertara ternura y a su vez honestidad valiente. Quien?

No es marcar el sufrimiento vivido, si estudiamos en escuelas privadas o publicas, si trabajamos de obreros o somos “pequeños empresarios”, no somos mártires. De lo que, si, se trata es defender nuestra perseverancia por ser mejores, en lo que hacemos. México tiene en su población, gente que trabajamos honradamente, pagamos nuestros impuestos, nos educamos.

Por que según cuenta la leyenda “cada pueblo tiene el gobierno que se merece”. Entonces hay que reclamar el nuestro, un buen administrador del poder, de muchos colores a la diversidad que necesitamos a cada segundo. Mexicanos, 60 millones de marginados lo necesitan con urgencia.

Neza, es hoy lo que es, por su gente trabajadora, de otra manera seria el mismo lugar que me hizo recordar décadas atrás.

Blas Torillo Photography dijo...

Está padre la historia Concharra...

Una vez me deshice de libros que por cualquier razón caducaron (algunos de psicología, otros de "superación personal", casi todos me habían sido donados por una amiga años antes).

Fui a una librería de viejo y el dueño no me los quiso comprar porque estaban sellados (tenemos nuestros libros con un sellito que dice "Ex-libris Torillo Torres"). Decía que alguien podía pensar que se los había robado.

Como en la casa de plano ya no cabían (ya no caben mas que en la compu), le dije al fulano: Bueno. No me los compre, pero se los dejo, porque en mi casa nomás van a dar vueltas hasta que me harte y los tire a la basura. Al menos aquí en su negocio, a alguien le podrían interesar.

Y hasta se le olvidó el sellito...

-Déjelos pues. Luego los clasifico...

Y pues ahí quedaron más de 60 libros...

Ojalá, como era mi esperanza, a alguien le hayan servido.

¿Cómo no se me ocurrió truequearlos?

Pero bueno. Así como todos los días se aprende algo, en cada blog también.

Besos.

tazy dijo...

te acabas de convertir en mi idóla (así, eh)... lo malo que aquí no hay donde hacer eso y yo no me quiero deshacer deningun libro aunqeu no me gusten

chiales, es defecto de profesión, tengo papeles y libros uq eni uso, ni los periódicos quiero tirar!

gabriel revelo dijo...

lo magico de la lagunilla es que uno puede comerciar con todo (vamos, hasta con el cuerpo)...

a veces me pregunto que pasaría si el sistema capitalista del mundo desapareciera el papel moneda y de nuevo se basara en el sistema de treuque... al menos yo sería rico con la de cachicaches que tengo y que hasta el día de hoy, no les encuentro utilidad.

saludos!

Kathya dijo...

oraleeeeeee, jamás se me hubiera ocurrido hacer eso, yo tb tengo un buen de libros inútiles... yo te los cambiaba si me interesara un poco el derecho...


lástima que no, jajajaja

saludos!!!

Ijon Tichy dijo...

Sólo en casos de emergancia recurrimos al trueque que básicamente es mandar al cuertno el dinero del estado.

Recuerdo que con la crisis de Argentina, mucha gente mejor iba a intercambiar sus productos e hicieron monedas locales, llamadas "créditos". Su calidad de vida mejoró notablemente al grado de no necesitar dinero.

Esto le dolió tanto al FMI que puso como condición que se eliminaran los sistemas de trueque para renegociar la deuda.

Cómo ves ?

Anónimo dijo...

"La basura de algunos... es el tesoro de otros".
Querida amiga, siempre he pensado q el dinero debería tener vencimiento para que nadie lucrara con el resto de sus hermanos. El trueque sería entonces la mayor y más fantástica forma de llenar tus faltas ó como dirían los indios navajos al referirse al sistema de trueque: "El que cambia algo... avanza en todo, avanza siempre".
No lo crees así, mi querida "Amelie".
Gracias por éste sitio maravilloso, por ser tan cierta en amistades inciertas, porque leerte es respetarte y admirarte aún más.
Amiguiiiita del alma!.