lunes, 9 de febrero de 2009

Travesias, en Chapultepec

Muchos son los placeres que encuentro a la hora de correr: Me ejercito, conozco las capacidades de mi cuerpo, escucho mi respiración o siento el aire pegar en mi cara. Mientras troto, me gusta subir los brazos y rozar con las manos las ramas de los árboles que alcanzo, o tirarme al pasto y ver las nubes y los aviones que llegan a la ciudad.



Y si es en domingo, tengo un plus, porque puedo escuchar de 11 a 13 horas música étnica de varias partes del mundo, contextualizada con las costumbres, la cultura y la gastronomía de la gente de regiones lejanas que quizá nunca conoceré.

Así mientras corro he conocido la historia de los piratas del Caribe, y la diferencia entre bucaneros, filibusteros y corsarios, del maravilloso ambiente hippie que se vivió en los años 60 en San Francisco, y como el barrio hoy es propiedad de banqueros y ricos magnates. Me sentí arriba de la mula que lleva a las pinturas rupestres de San Francisco, en Baja California Sur, y hasta escuché el eco de la cueva. También supe de la construcción del lujosísimo hotel Atlantis y de la torre más grande del mundo, Burd Dubai, de 800 metros de altura, donde hay un arquitecto mexicano de por medio.

Y se lo debo al IMER y su programa Travesias, en el 107.9 de FM, a quien le debía este post desde hace como dos años (Sí ya sé).


Los capitanes del barco: Mariana y Bernardo

Mariana Pérez y Bernardo Yancelson son los conductores de la emisión, dos cuates bien alivianados, capaces de lograr una dupla profesional y complementarse. Aunque siempre me pregunto si es real o es choro el que cada semana estén en un país diferente: Rusia, Israel, Jamaica, Japón.

De ser así, que envidia. Y de no ser así, pues igual y felicitaciones, porque tienen un equipo de producción bien chigón, al grado que no distingo si están en esos escenarios de ensueño o me “cuentean” desde su cabina del IMER.

El domingo pasado fue maravilloso, porque luego de escuchar música japonesa: desde lounge, tecno, baladas, manga, salsa y hasta la versión original de “Abuelito dime tu” de Heidi, cerraron el programa con una minisesión de Raiki, justo en el momento en que yo estaba exhausta y echada al pasto.

Una especialista, hermana de Bernardo (perdón no me acuerdo de su nombre), me guiaba por la experiencia de cerrar los ojos, respirar hondo, llenar los pulmones y sentir. Fue la hostia. De pronto lo logré y como dijera la maestra colibrí, me deje ir :-)