Me quedé mirando a la pareja de novios sentados a un costado de mi, en la catedral de la ciudad de Oaxaca. Ambos no pasaban los 18 años. Se acariciaban, se besaban, se prometían amor eterno. Deduzco que ella salía de la escuela porque llevaba una mochila con libros y libretas. Él pasaba los minutos con su cabeza perdida en el cuello de ella. Fue entonces que recordé los tiempos en que yo, abrazada de mi novio del CCH, me preparaba para el futuro y iba a la escuela con la vaga idea de estudiar para ser alguien en la vida. No sabía a qué me dedicaría, y tampoco me preocupaba, era como una meta muy lejana. Mi única certeza era que quería permanecer por siempre al lado de ese compañero-amigo-muchacho-hombre. El resto del futuro era incierto.
Casi 20 años después tengo las respuestas. Ya soy grande. Soy alguien. Me gusta la que soy. Me dedico a lo que me gusta y no me quedé con ese hombre, ni con otros. En materia de amores mi futuro sigue siendo incierto. Ja.
Y esa escena de ocio de mis años mozos se repite en el presente. Pienso lo anterior mientras estoy echada en una jardinera, sin zapatos, fumando, abrazada de mi amigo Scott. Viendo caer la noche, el plantón de maestros en el Zócalo, los turistas chancludos y a los oaxaqueños que caminan despreocupados.
Casi 20 años después tengo las respuestas. Ya soy grande. Soy alguien. Me gusta la que soy. Me dedico a lo que me gusta y no me quedé con ese hombre, ni con otros. En materia de amores mi futuro sigue siendo incierto. Ja.
Y esa escena de ocio de mis años mozos se repite en el presente. Pienso lo anterior mientras estoy echada en una jardinera, sin zapatos, fumando, abrazada de mi amigo Scott. Viendo caer la noche, el plantón de maestros en el Zócalo, los turistas chancludos y a los oaxaqueños que caminan despreocupados.
Así pues, mi viaje por Oaxaca: una mezcla de recuerdos, paz, ocio, respuestas y más preguntas. De dejar que la corriente me acaricie y me lleve.
Mitla
Chocolate con pan de yema, y un Güero Monte Albán
Y entre tanta belleza, en la Ciudad de Oaxaca reina un ambiente de crispación y enfrentamiento entre los oaxaqueños. Maestros y activistas de la APPO dispuestos a llevar su lucha hasta las últimas consecuencias, aunque en ellos les vaya la vida. Otros, una gran mayoría de oaxaqueños de a pie: taxistas, comerciantes, artesanos, restauranteros muy enojados con que se trastoque su normalidad y economía y nadie ponga orden. Así mientras en el Zócalo los maestros se "plantan" para combatir al charrismo sindical, los de la APPO advierten que no habrá Guelaguetza, y en el mercado 20 de noviembre las cocinas económicas se manifiestan con cartulinas de: NO AL CIERRE DE CALLES. Todos con la razón de su lado. Nadie quien les haga caso. Quizá por eso el modo de vida parece ser, arrebatar.
8 comentarios:
Interesante y buen reportaje fotografico
Saludos
Hola Con...
Yo también amo Oaxaca, por otras razones, pero es como una segunda tierra mía.
He vivido cosas allá que se irán conmigo cuando me vaya a donde sea que se vaya al terminar.
Me voy con los recuerdos revoloteados todos.
Besos.
Aaaah Oaxaca, tan bello, tan folklórico, tan desordenado... Que lindo es, fuiste a Puerto Escondido o Zipolite?, son la onda.
PD Ese guero muy besucón jaja
Oaxaca...
Bello estado, lleno de tantas cosas: historia, cultura, paisajes, playas... pero también pobreza, discriminación, olvido...
Cuánta ente ha aprovechado todo ello para convertirlo en rehén de la anarquía y la sinrazón...
Gracias por el tour fotográfico....
Eh-eh-eh, muchas fotos en un solo post, acaba uno empachado!!
Concharra, tus fotos me trajeron muchos recuerdos, muchos muchos; Oaxaca ha sido un estado muy importante en muchas etapas de mi vida.
Pero sobre todo, me gusto muchisimo verte tan contenta, tan sonriente, disfrutando de la vida; ese es el mejor recuerdo que me trajo tu post.
Te quiero mucho, carnala.
¡Qué bonito paseo, Concharra! Y leyendo tus andanzas me acordé de la vez que, desayunando en el mercado de Oaxaca, vi que las cocineras empezaban a aplaudir con mucha enjundia, y pues yo con cara de what???? y resulta que así llaman a las señoras que venden las tortillas. Ay canija, ya se me antojó una tlayuda y una nieve de tuna con leche quemada....Besos.
Chachevita, faltaba mas! Vengase a Los Angeles, que aunque usted no lo crea, se puede comer una tlayuda como si estuviera en la tierra de los chapulines...
oaxaca es una preciosidad, sobre todo monte alban... sin palabras.
gracias por recordarme un montón de cosas.
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